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Desde hace 30 años, los niños de una escuela de sordomudos en Nicaragua se han estado comunicando con una lengua de señas que nadie les enseñó y que arrojó luz sobre la evolución de los idiomas. El "idioma" de los niños nicaragüenses cumple muchas de las reglas comunes para todas las lenguas, a pesar de que nadie se las enseñó. Para los expertos esto indica que algunos rasgos del idioma no son transmitidos culturalmente, sino que surgen por la forma innata que tenemos los humanos de procesar el lenguaje. El desarrollo de la comunicación interpersonal ha sido objeto de debate durante muchos años. Los que se inclinan a las teorías "naturalistas" afirman que la gramática está integrada al cerebro, mientras los que abogan por la teoría "educacional" dicen que el idioma se transmite culturalmente. Es muy difícil determinar quién tiene la razón porque la mayoría de los idiomas tienen un origen milenario y por lo tanto es imposible determinar cómo se formaron. Por eso es que la lengua de señas que inventaron estos niños sordos nicaragüenses es considerada fuera de lo común. Por primera vez los científicos pueden aproximarse a la forma en la que los seres humanos aprendemos los idiomas que hablamos. Los estudiosos normalmente buscan evidencia arqueológica de los orígenes de un idioma. "Es la primera vez que
podemos ver este proceso en acción porque sus creadores todavía
están vivos", dijo Ann Segas, co autora de un artículo
de la revista Science que describe este descubrimiento. Nadie les enseñó la lengua de señas, pero ellos mismos desarrollaron su sistema de gestos para establecer conversaciones. Al principio eran gestos como de mimo, similares a los que haría una persona oyente si tuviera que describir algo sin usar palabras. Una de las características más importante del idioma de estos niños es la de dividir la información en fragmentos más pequeños y más manejables para expresar una idea. Así, por ejemplo, si a una persona oyente se le pide que describa la acción "rodando colina abajo" hará un solo movimiento continuo. Los niños de esta escuela de Nicaragua lo harán con dos gestos. Uno que describe el movimiento, rodando; y otra que describe la dirección, abajo. Para los investigadores estos constituye evidencia clara de que los humanos están naturalmente preparados para dividir la información en fragmentos para tener la flexibilidad de volver a armarlos en frases nuevas y con distintos significados. Sin embargo, este proceso ocurre normalmente en la infancia, pues los adultos son incapaces de hacer esta defragmentación, según el estudio. Tal vez el hallazgo más importante es que no le da la razón absoluta a ninguna de las dos teorías extremas sobre la adquisición del idioma. "Cuando nacemos no tenemos
la gramática integrada al cerebro, pero sin duda venimos a este
mundo con ciertas facultades de aprendizaje", dijo Ann Senghas.
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