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EN EL REINO DE SERÉNDIP
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Había una vez
un Reino exótico y oriental llamado Serendip cuya memoria se
confunde con la imaginación. Los más viejos nos cuentan
que existió; que estaba en una isla que muchos, muchos años
después se llamó Ceilán y que hoy se conoce como
Sri Lanka. A juzgar por la sonoridad de los nombres de algunas ciudades
de esa isla, como Trincomalee o Jaffna, bien pudo ser así. O
quizá Serendip siempre estuvo en Persia, el reino de los cuentos.
“. . . this discovery indeed is almost of that kind which I call serendipity, a very expressive word, which as I have nothing better to tell you, I shall endeavor to explain to you: you will understand it better by the derivation than by the definition. I once read a silly fairy tale, called The Three Princes of Serendip: as their highnesses travelled, they were always making discoveries, by accidents and sagacity, of things which they were not in quest of: for instance, one of them discovered that a mule blind of the right eye had travelled the same road lately, because the grass was eaten only on the left side, where it was worse than on the right--now do you understand serendipity?” “... este descubrimiento es del tipo que yo llamo serendipia, una palabra muy expresiva que voy a intentar explicarle, ya que no tengo nada mejor que hacer: la comprenderá mejor con su origen que con definiciones. Leí en una ocasión un cuentecillo titulado “Los tres príncipes de Seréndip”: en él sus altezas realizaban continuos descubrimientos en sus viajes, descubrimientos por accidente y sagacidad de cosas que en principio no buscaban: por ejemplo, uno de ellos descubría que una mula ciega del ojo derecho recorría últimamente el mismo camino porque la hierba estaba más raída por el lado izquierdo —¿comprende ahora la serendipia? “ La palabra
“serendipity” se encuentra hoy en los diccionarios de inglés
y su noción se ajusta muy bien a numerosos casos de descubrimientos
científicos, que se producen “por casualidad”, que se encuentran
sin buscarlos, pero que no se habrían llegado a realizar de no
ser por una visión sagaz, atenta a lo inesperado y nada indulgente
con lo aparentemente inexplicable.
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